Es habitual que en nuestra sociedad empleemos la comida como una rutina
placentera. Te confesaré que en mi caso me encanta disfrutar de una buena mesa, y
más después de saber los poderes tan increíbles que tiene una sana y equilibrada
alimentación en cuanto a gestionar y potenciar nuestras emociones se refiere.
Está claro que la comida no sólo tiene una función nutritiva. Comer nos proporciona
un momento de placer ya que nos permite des estresarnos y un estado de “llenado
emocional” placentero. Por ejemplo, cuando dormimos poco la falta de sueño genera
estrés incrementando en nuestro cuerpo hormonas que aumentan los deseos de
ingerir alimentos.
También sucede que cuando nos sentimos con ansiedad o con problemas emocionales
buscamos la comida para sentirnos mejor ya que, según diversos estudios,
hay alimentos que nos facilitan calmar la ansiedad debido a su composición rica en
triptófano, un aminoácido que estimula la liberación de serotonina y nos relaja al
mismo tiempo que nos hace sentirnos más felices: el chocolate, el plátano, las nueces o
el yogur son las estrellas dentro de este grupo.
Es saludable que en algún momento nos relajemos comiendo un pastel de chocolate
pero la alimentación emocional debe ser controlada, ya que la positiva y adecuada
gestión de nuestras emociones no se resuelve comiendo. Además, si permites que uno
de tus objetivos a la hora de comer consista en calmar tus emociones escogerás
inconscientemente más alimentos grasos, desequilibrando tu dieta y propiciando un
mal estado de salud, tanto física como emocional.