Cuando somos conscientes de lo que hemos vivido y de dónde venimos, ya podemos
comprender mejor porqué ahora somos como somos. Por qué nos sentimos inseguros, por
qué nos comparamos con los demás, por qué sentimos que somos inferiores, que no somos
suficientes, o por qué nos hemos vuelto adictos al afecto, a tener a alguien siempre a
nuestro lado para que nos de cariño o lo que es peor, por qué no sabemos estar solos.
Cuando nos damos cuenta de todo esto y ya lo vemos, no podemos seguir con nuestra
vida como si nada. Ya nada es igual. En este momento hay que responsabilizarse y tener
claro que no somos víctimas de las circunstancias o de aquello que nos tocó vivir, sino que
somos responsables de lo que haremos a partir de este momento. Cuando ya sabemos
dónde está el barranco, éste deja de ser excusa para seguir tropezando en él. Ya podemos
esquivarlo. El barranco seguirá estando en el mismo sitio, pero nosotros podemos decidir
hacer otra ruta y no caer de nuevo en él. Esto es lo que debemos hacer con nosotros.
Tenemos que tomar decisiones nuevas teniendo claro que el cambio, depende única y
exclusivamente de nosotros.
Ya no puedo seguir diciéndome a mí misma que no soy capaz o que no soy importante, ni
continuar maltratándome de esta manera por mucho que, a mí, de pequeña me lo hubieran
repetido hasta la saciedad. Ya no tiene sentido. Si quiero estar bien y sentirme bien, debo
cambiar la manera de comunicarme conmigo misma, debo utilizar mensajes positivos y
constructivos. ¿Quién se sentiría bien si le dijeras que “no es capaz de nada” o que “es un
inútil”? Nadie… ¿verdad? Entonces, ¿qué te hace pensar que contigo es diferente y que te
lo puedes decir y no te va a afectar? Eres igual al resto de mortales. Todo aquello que
hagas contigo, imagínate que lo haces con otra persona y cómo se sentiría. Si crees que
le dolería, eso mismo te ocurre a ti, aunque te hayas acostumbrado al dolor. Sigue estando
ahí y te sigues haciendo daño, no lo olvides.
Tomar responsabilidad es decidir a tu favor. Es no resignarte con una situación que no te
gusta y que te hace daño, porque sabes que tienes otras opciones mejores para ti.
Responsabilizarte es dejar de quejarte, dejar de comportarte como una víctima y recuperar
el control porque sabes que es tuyo. Es preguntarte qué puedes hacer con lo que no te
gusta o no te hace
sentir bien. Siempre hay algo que uno puede hacer para mejorar aquello que no funciona.
Responsabilizarte, es dejar de hablar y pasar a la acción. ¿Te animas?
A veces solo con leer, reflexionar y auto analizarnos un poco, podemos mejorar muchísimo
nuestra autoestima. Es como si despertáramos y nos diéramos cuenta de todo lo que
hemos hecho con nosotros mismos, de las barreras que nos hemos puesto, de los trenes
que hemos dejado escapar en nuestra vida…y quedamos tan asombrados que nuestro
cerebro hace una especie de “clic” y cambiamos, empezamos a funcionar diferente, a
nuestro favor.
Otras veces no es suficiente, y debemos pedir ayuda y hacer un proceso terapéutico de
crecimiento personal, ya sea individual o en grupo para conseguir conectar con nosotros
realizando un trabajo más vivencial. Los talleres grupales son ideales para fortalecer la
autoestima.
Lo importante, es que dejemos de tratarnos mal a nosotros mismos con esos comentarios
que hemos aprendido en algún momento de nuestras vidas. Esas creencias que nos limitan
tantísimo y nos impiden avanzar en nuestro camino. Pensamientos que nos hacen sentir
inseguros, poco capaces, o diminutos y que nos llevan a dejar escapar muchísimos trenes
que probablemente nos acercarían a destinos más altos.