“Últimamente me siento triste y no tengo ganas de hacer nada. Me echo a llorar
por cualquier cosa y todo me sienta mal. No comento mis preocupaciones
porque creo que nadie puede entender lo que me pasa y eso hace que me sienta
muy sola aunque esté rodeada de gente. Me considero una persona muy alegre
pero hace tiempo que tengo muchos pensamientos negativos, sobre mí y sobre
mi futuro”.
“Me siento distraído, me falla mucho la memoria, tengo muchos despistes. No
recuerdo detalles sencillos como dónde he dejado las llaves del coche o la lista
de la compra. Me cuesta mucho concentrarme en el trabajo y tengo una sensación
de cansancio permanente. Por las mañana me cuesta salir de la cama, el día se
me hace muy largo y tengo dificultad relacionarme con los demás, incluso con
mi mujer”.
“Llevo una racha muy mala, lo veo todo negro y sin salida. Tengo el ánimo muy
bajo y la autoestima por los suelos. No veo solución a mi situación. Desde que
me jubilaron he dejado de salir con los amigos, y de hacer las cosas que me
gustaban. Es como si mi vida no tuviera sentido. Ya no voy los domingos al campo
con la familia ni veo el futbol en el bar con los amigos. No tengo planes de futuro
ni proyectos que me ilusionen. Incluso he pensado que la vida ya no tiene sentido
para mí y que no me importaría morirme”.