Muchas personas no piden ayuda a su médica/o porque existe una creencia
popular de que la depresión es una señal de debilidad de carácter o que la
persona “se ha dado por vencida”, como si pudiera elegir el problema. En
realidad, nada de esto es cierto. Se trata de una enfermedad que puede afectar a las personas más resueltas, incluso las personalidades más poderosas pueden sufrirla. Sólo con la voluntad no es suficiente para salir, sobre todo porque la enfermedad produce una sensación de baja autoestima y pensamientos negativos. Es una enfermedad común y tratable, requiere ayuda, no críticas.
¿Se curan
completamente las
depresiones?
La duración de un episodio
depresivo puede variar desde varias
semanas a varios meses o incluso
años. La mayoría de los episodios
depresivos duran menos de
seis meses. Es posible una cura completa (desaparición de todos los síntomas),
pero el riesgo de recurrencia de la enfermedad después de la recuperación
total es muy alto (más del 50% de los casos). La recurrencia de los síntomas
puede ser más frecuente después del primer episodio, después de una remisión
(desaparición) total de los síntomas durante varios años o lo que es más habitual,
que exista una remisión parcial entre los episodios. En algunos casos, estos
períodos pueden llegar a ser cada vez más cortos. Sin embargo, cuando la
persona está recibiendo tratamiento y seguimiento adecuado, el riesgo de que
los síntomas vuelvan a aparecer y el sufrimiento se reducen notablemente, de
ahí el interés en la atención temprana de la enfermedad.
Cuando la depresión se instala con el tiempo
En algunos casos la depresión dura varios años. Entonces se le llama depresión
crónica y cuando hay menos síntomas y estos son menos intensos se le denomina
distimia. Las personas que padecen distimia refieren que siempre están tristes.
Los síntomas más frecuentes son: una disminución del interés y el placer,
causando malestar e interferencia en la vida cotidiana, sentimientos de rendir
poco, de impotencia, de culpa o rumiaciones sobre el pasado, irritabilidad o
enfados frecuentes.
Una persona que sufre de distimia puede tender a aislarse, a retirarse de las
actividades sociales; en el trabajo puede presentar una disminución de la
actividad, de la eficacia y de la productividad. Con los años, estos trastornos se
convierten en parte integrante de su vida o su personalidad.