Sesgos en la toma de decisiones de inversión

Las personas no siempre realizan elecciones de una manera racional y crítica. De hecho, la mayoría de las decisiones se toma siguiendo procesos intuitivos y automáticos en vez de procesos analíticos y controlados. Este modo de pensar rápido e intuitivo está sometido a la influencia de los sesgos que llevan a las personas a adoptar decisiones que son previsiblemente equivocadas. En el ámbito de la toma de decisiones de inversión, los sesgos más comunes son los siguientes:

1. Exceso de confianza. Es la tendencia a sobreestimar los conocimientos y juicios subjetivos y considerarlos certeros. A la hora de adoptar decisiones y realizar pronósticos, se sobrevaloran los conocimientos y la experiencia personal sin tener en cuenta la diferencia entre lo que se sabe realmente y lo que se cree saber. El exceso de confianza puede llevar al inversor a considerar que la probabilidad de que su inversión fracase es menor de lo que realmente es. El inversor sobreconfiado infravalora los riesgos de su inversión y sobreestima las ganancias esperadas de la misma.

2. Ilusión de control. Es la tendencia a sobreestimar que se dispone del control o de la posibilidad de influir en algo sobre lo que objetivamente no se tiene ningún control. Este sesgo puede llevar a que se asuma un nivel de riesgo superior al adecuado al confiar en que se controlan los vaivenes del mercado gracias a los análisis realizados y la información de la que se dispone.

3. Confirmación. Consiste en interpretar la información recibida o buscar informaciones nuevas de manera que corroboren convicciones o ideas previas. De esta forma, los inversores buscan información de modo selectivo para respaldar sus opiniones en lugar de buscar opiniones o informes críticos con estas, con el consiguiente riesgo de no realizar una inversión adecuada para ellos.

  1. Anclaje. Es la predisposición a dar más peso a la información obtenida
    en primer lugar que a una información nueva que la contradice. Su
    denominación se debe a que esas ideas previas en ocasiones suponen
    verdaderas anclas difíciles de soltar. En el mundo de la inversión se aprecia
    con frecuencia este sesgo, por ejemplo, cuando se presenta en primer
    lugar la rentabilidad de un producto de inversión, y ya no se consideran
    otros datos no tan positivos como los riesgos asociados, o se toma como
    referencia de la evolución de una acción el precio que esta tuvo en el
    pasado.
  2. Autoridad. Es la tendencia a sobreestimar las opiniones de determinadas
    personas por el mero hecho de ser quienes son y sin someterlas a
    un enjuiciamiento previo. Puede suceder que se realice una inversión
    únicamente porque la recomienda un familiar o un amigo sin realizar ningún
    análisis adicional y sin tener en cuenta las necesidades y el perfil de riesgo
    propios.

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mauricio Valdés

Bloguero de aficionado y redactor de mi revista, utilizo codigos sagrados, me apasiona el Internet y la informática, lector de psicología, espiritualidad, criptomonedas, salud, llevo una vida simple con grandes sueños...

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