Cultivar cannabis es muy fácil. Basta con plantar una semilla y regarla. Cultivar marihuana
potente y de calidad requiere un poco más de dedicación. En pocas palabras, se trata de
conseguir el mejor ambiente posible para que la semilla desarrolle todo su potencial. Para
cosechar el máximo de una planta hay que alimentarla en abundancia pero sin llegar a
empacharla. La misión de la siguiente tabla es ayudar a identificar aquellos factores que
puedan estar entorpeciendo el desarrollo de nuestra maría .
Una planta de marihuana necesita para vivir luz, agua, aire, un substrato donde sujetarse
con las raíces y unos ciertos nutrientes (nitrógeno, fósforo, potasio, magnesio, calcio y
microelementos que son necesarios en cantidades muy pequeñas).
Para que la planta crezca bien todos los elementos deben guardar un cierto equilibrio ya que
tanto el exceso como la falta de alguno de ellos entorpecerían su desarrollo. Como regla
general es aconsejable aplicar todos los abonos muy diluidos para evitar sobredosis. Es más
fácil corregir una carencia que una exceso de abono.
Si cultivamos en macetas, como la cantidad de tierra es muy limitada, es fácil que las sales
se vayan acumulando. Si no lo remediamos, la tierra se volverá tóxica y dañará las raíces. Para
evitar que las sales se acumulen debemos lavar la tierra una vez cada 4-6 semanas.
Regaremos cada maceta con dos litros de agua (sin abono) por cada litro de tierra. El agua se
irá drenando por los agujeros del tiesto y arrastrará todas las sales acumuladas en la tierra.
Esta práctica es especialmente útil en las zonas donde el agua del grifo es muy dura como la
costa mediterránea.
La receta para el éxito: aplica los abonos muy diluidos y lava la tierra una vez al mes.
No todos los síntomas de una carencia se dan a la vez ni las carencias se presentan
aisladas. Frecuentemente faltan varios elementos al mismo tiempo. Para remediar la mayoría
de las carencias nutritivas el procedimiento a seguir tiene dos fases. En primer lugar se lava la
tierra para asegurarnos de que los alimentos no están bloqueados por un exceso de sales.
Cuando la tierra está limpia regamos con un fertilizante completo con microelementos que
solucionará la carencia.
Para que la marihuana pueda absorber correctamente los nutrientes, el Ph del substrato
debe estar entre 6’5 y 7 si se cultiva en tierra y entre 5’8 y 6’8 en cultivos hidropónicos. Esto se
consigue ajustando siempre el Ph del agua de riego dentro de este rango.
Para medir el Ph existen varios métodos. Los más baratos son el papel de tornasol y los
reactivos para acuarios. Se pueden encontrar en tiendas de animales. En las mismas tiendas
podemos comprar los productos para subir o bajar el Ph del agua de riego. Bastante más caros
pero mucho más cómodos son los medidores digitales.
Problemas más frecuentes.
Demasiado abono
Síntomas: La planta adquiere un color verde oscuro, al principio crece muy bien. Conforme
el fertilizante se va acumulando, las hojas comienzan a quemarse en las puntas que se van
curvando hacia abajo. La hierba demasiado abonada pica al fumarla e incluso chisporrotea por
los restos de fertilizante.
Remedio: Lava abundantemente la tierra para arrastrar todo el exceso de fertilizante. Usa al
menos dos litros de agua por litro de tierra aunque, si el exceso de fertilizante es muy notable,
puede ser necesario lavar la tierra dos o más veces. Cuando la tierra este bien limpia abona
moderadamente con un fertilizante completo como microelementos
Poco abono
Síntomas: Las plantas adquieren un color verde claro y las hojas más viejas amarillean. El
crecimiento se hace más lento o se detiene. Los síntomas son parecidos a los de una
deficiencia de nitrógeno.Si está floreciendo, los cogollos son pequeños y no crecen.
Remedio: Fertiliza la tierra con un abono completo con microelementos. La maría necesita
abonados frecuentes pero suaves. En macetas, se puede regar con abono cada una o dos
semanas. Si utilizamos el fertilizante muy diluido se puede abonar con mayor frecuencia.
Demasiado riego
Síntomas: La tierra está siempre mojada. Sale moho en la tierra o el tallo de la planta
comienza a ponerse blando al nivel del suelo. El crecimiento se atrofia y las raíces crecen mal
porque no tienen suficiente oxígeno.
Remedio: Las plantas necesitan un periodo seco entre dos riegos. Espera hasta que la
superficie de la tierra se haya secado antes de volver a regar. Si la mezcla de tierra que utilizas
se mantiene húmeda demasiado tiempo, prepara una nueva mezcla con más perlita,
vermiculita, arlita o arena que drene mejor y se seque antes. Si el tallo de la planta se ablanda
es que los hongos le están atacando. Remueve la tierra y manténla más seca y aireada.
Poco riego
Síntomas: La planta crece poco. Cuando vamos a regarla tiene las hojas flácidas y mustias.
La tierra se seca mucho entre riego y riego. Tiene pocas hojas y son pequeñas.
Remedio: Siempre que reguemos una planta debemos usar agua abundante. Con poco
riego, parte de la tierra no se moja bien y las raíces sufren y mueren. La mejor forma de
asegurarse de que toda la tierra de la maceta se moja es regar hasta que el agua comience a
salir por los agujeros del tiesto. Si la tierra está tan seca que no empapa el agua añadiremos
unas gotas de jabón líquido biodegradable para vajillas en el agua de riego. Estos jabones
contienen unos compuestos humectantes que ayudan a que el agua penetre en la tierra.
Poca luz
Síntomas: Las plantas crecen espigadas, estirándose en dirección a la luz. Se hacen
larguiruchas, poco frondosas, con cogollos pequeños. En condiciones de poca luz suelen salir
muchos más machos.
Remedio: Moveremos las plantas a un lugar con más horas de sol o, si cultivamos en
interior, instalaremos más luces o más potentes.