Adolf Hitler sufria de hondas depresiones y fue a ver a su psicoanalista, el profesional le aconsejó que continuamente repita: «Soy importante, soy indispensable, soy significativo». Hitler contestó que el consejo era malo, porque le decía: soy tan mentiroso, que sea lo que digo no me lo creo.
Claro, si uno repite algo a partir de una mentira, todo lo que diga también será una mentira. Si una persona intenta amar a partir del odio, lo que logrará es que ese amor esté lleno de un odio oculto y si acude a los predicadores ellos le dirán: «tratad de amar…», pero cómo puede una persona llena de odio tratar de amar?. Ese es el conflicto, entonces, si tienes un problema no crees otro, quédate con el primero y resuélvelo, los problemas desaparecen cuando se los acepta y se vuelven más complejos si se crea un conflicto respecto a ellos, en este caso, de la comprensión del odio surgirá el amor.
El sufrimiento está ahi, es parte de la vida y del crecimiento, no tiene nada de malo. El sufrimiento se vuelve maligno sólo cuando uno sufre y nada surge del sufrimiento. La oscuridad es hermosa si de ella no tarda en surgir el alba, la oscuridad es peligrosa si es incesante y no lleva a amanecer alguno.
Escapas de un sufrimiento a otro, porque la mente que ha creado un sufrimiento creará otro. Acepta el sufrimiento y atraviésalo, no escapes, permite que ocurra; si quieres temblar, tiembla. Los que se dicen o se creen valientes, solo han creado una valentía que los rodea, pero esa valentía no es más que una fachada, porque en lo profundo son más cobardes que el que acepta el sufrimiento, pero actúan de tal modo que todos sepan que no son cobardes.