Siempre que una persona se relaciona sexualmente, siente temor, porque el sexo en realidad no es una relación. Si estás vinculado sexualmente a un hombre o a una mujer, siempre temes que ese hombre se vaya con otra o que esa mujer se vaya con otro, es decir no hay lo que se llama relación, lo que existe es una mutua explotación. Se explotan uno a otro pero no se aman, y saben que es así, por eso tienen miedo y ese miedo se transforma en celos, y entonces tú no permites que las cosas ocurran, sino que las vigilas, se llegará, incluso a organizar ciertas cosas, desde el punto de vista de la seguridad, para que ese hombre no pueda mirar a otra mujer; cerrarás todos los senderos, todo acceso que ese hombre pueda tener hacia otra mujer o que esa mujer pueda tener hacia otro hombre.
Pero entonces surge el problema, cuando todas las puertas se cierran el hombre muere, la mujer muere, te vuelves prisionero, esclavo, y no se puede amar a un ser muerto o a quien no es libre, porque el amor es bello cuando se da libremente, cuando no es tomado, exigido o forzado, de otra manera, una esposa o un esposo se convierten en un objeto que hay que guardar, poseer, controlar, pero cuando más controlas, más lo matas, porque se ha perdido la libertad, y tal vez la otra persona siga allí pero no por amor, sino por otros motivos.
Si amas a una persona, el amor mismo será suficiente garantía, el amor mismo será suficiente seguridad, si amas a alguien, sabes que no se irá con otro(a). Y si se va, se va; nada puede hacerse. Si se va, es que nunca hubo amor y nada se puede hacer. El amor trae esta comprensión. No hay celos. De modo que, si hay celos, sabes bien que no hay amor. La confianza es algo que no debe ser mantenida; está o no está. No desperdicies tu energía en peleas, celos o conflictos, sigue tu camino y hazlo amigablemente, no trates de forzar la confianza, eso nunca ocurre. Confía o sigue tu camino.