Tomar conciencia es despertar, poner luz, ver… y, en consecuencia, comprender. Es
básico, imprescindible y absolutamente necesario si queremos crecer y mejorar en la vida.
Cuando hablamos de tomar conciencia, estamos hablando de darnos cuenta de qué es lo
que hemos vivido en nuestra infancia, como nos hemos sentido, como nos han tratado
nuestros padres, el afecto que nos han dado, lo importantes que nos han hecho sentir,
etc.…y cómo nos sigue afectando y determinando eso en nuestra vida de adultos.
Hay una relación directa entre esos factores. Está claro que aquello que vivimos, nos
influirá en mayor o menor grado en función de nuestra parte genética, pero, en cualquier
caso, influirá en nosotros.
Básicamente, lo que ayuda o impide que se construya una autoestima fuerte en un niño,
son dos ingredientes: el reconocimiento y la desaprobación.
Hay padres que tienden a desaprobar a sus hijos, con la mejor de las intenciones, para
que mejoren, aprendan y lleguen más alto. Grandísimo error, pero a veces lo hacen con la
falsa convicción de que es la mejor opción, y otras porque a ellos les educaron igual y lo
repiten sin ser conscientes de ello (por imitación).
Sería el caso de un niño a quien le transmiten constantemente mensajes tipo:
- “Si lo hubieras hecho un poco más así, estaría mejor”
- “¿Un siete? Deberías haber sacado un ocho”
- “¿Un ocho? Deberías haber sacado un nueve”
- “Bueno…no está mal, pero fíjate en tu hermano, él sí que sabe hacerlo bien, muy bien,
a ver si aprendes y lo haces como él” - “Pero mira que eres inútil ehhh… ¿De verdad no eres capaz de resolver este problema???
- “No, tú no puedes hacer esto. Que lo haga él que él sí que sabe”
- “Vigila con esto, vigila con aquello, vigila, vigila, vigila…”
Todos ellos, son ejemplos de situaciones que vivimos muy a menudo de desaprobación.
Los padres no se dan cuenta, no lo hacen para hacernos daño ni mucho menos con el
objetivo de que crezcamos con una autoestima pésima…pero lo hacen y lo hacen muy mal.
Tampoco es necesario, si al hacer un proceso de crecimiento personal y tomamos
conciencia de ello, que vayamos a recriminarles nada porque se sentirán mal y de todos
modos aquello ya no se puede cambiar. Lo mejor es que nosotros lo veamos para que
podamos ver cómo nos afecta en el “hoy”, y podamos cambiarlo para mejorar el “mañana”.
Ejercicio:
Como ves, es muy importante revisar nuestra propia historia e identificar qué es lo que
recibimos cuando atravesamos esa etapa de la infancia. Traer de nuevo aquellos recuerdos
a la conciencia, nos permitirá recuperar la información y con ello, el poder para realizar
cambios si es necesario. Mientras permanezca oculto, nos afectará igual pero no sabremos
por qué y no podremos evitarlo. Hay que verlo para conseguir apartar aquello que no nos
interese conservar.
¿Cómo fue la relación con tu padre? ¿Te daba el afecto que tu necesitabas de él? ¿Le
tenías suficiente, o por cuestiones de trabajo, hobbies, … no estaba mucho en casa? ¿Te
reconocía? ¿En ese momento te hacía sentir que estaba orgulloso de ti?
¿Y cómo fue la relación con tu madre? ¿Te daba el afecto que necesitabas de ella? ¿Te
daba seguridad, protección, te cuidaba? ¿Sentías que estaba allí para ti? ¿Te hacía sentir
importante? ¿Valioso/a? ¿Merecedor/a?