Estamos asistiendo atónitos a continuos cambios en las etapas educativas,
en los programas, en algunas materias. Cambios que casi nadie ha pedido. Y
sin embargo, apenas se habla de lo que realmente es importante y de lo que
va a significar el verdadero cambio que permita homologarnos con el éxito
escolar de la mayoría de los países de la OCDE. Por tanto, es urgente poner
en marcha un proceso de enseñanza-aprendizaje centrado «no solo en la
“parte” cognitiva, sino también en la emocional y social». El sistema educativo actual debería responder a las necesidades de la comunidad educativa
del presente y de las que se prevén en el futuro. Desde luego, con estas
medidas no solo no se están abordando sino que van en dirección contraria.
Cuando recordamos a los profesores que nos han dejado más huella,
¿son los que poseían más cualidades científicas o eran aquellos que mostraban más afabilidad, más simpatía o aquellos que nos animaban en los
momentos oportunos? El profesorado, en general, no está preparado en
las competencias emocionales. Hasta que no se incorpore en la formación
inicial y continua de forma sistemática, con la calidad y duración suficiente, por el momento queda en manos del voluntarismo de unos pocos
que se animan a ponerla en práctica. Pero es que además todavía no hay
especialistas universitarios formados, ni siquiera existe una sensibilización sobre la importancia de lo que estamos hablando.
Personas de reconocido prestigio, como Eduard Punset, se preguntan por qué no se ha incorporado la inteligencia socioemocional en los
currículums de todas las etapas. Según este experto, diferentes estudios
han demostrado que la inteligencia emocional previene riesgos como
la violencia o consumo de drogas y alcohol en los niños y adolescentes.
También incide en su crecimiento positivo y bienestar personal y social,
haciendo que sean menos vulnerables.
Tal como reseñamos en las conclusiones: proponemos a los agentes
sociales, administraciones educativas, profesionales de la educación y
partidos políticos un Pacto por la Educación, que contemple la educación
emocional como uno de los pilares fundamentales.