Frente a una depresión, a menudo se buscan explicaciones y las primeras
preguntas que surgen son: “¿Por qué yo?, ¿Qué es lo que me ha pasado?, ¿A
qué es debido?, ¿Qué he hecho?“. La necesidad de comprender y darle sentido
a lo que nos sucede es un proceso natural, especialmente en relación con las
experiencias dolorosas. Es frecuente también recurrir a explicaciones que
podrían parecer posibles. Se piensa en causas externas (“Es por los problemas
que tengo con mis hijos/as”, ”Si mi madre viviera no tendría estos problemas”,
”Es por los problemas económicos”) o a causas internas (“Es culpa mía”, ”No
gusto lo suficiente”, ”No sé hacer mi trabajo”).
Sin embargo, estas interpretaciones están a menudo muy lejos de las “causas
reales “ de la depresión y a menudo son un obstáculo para el tratamiento y la
curación, retrasando la consulta al médico. La depresión, como la mayoría de
las enfermedades psíquicas, no está causada por un solo factor sino que es el
resultado de un conjunto de mecanismos de diferente naturaleza que todavía
no se conocen completamente.
Por lo general, se considera que existen “factores” biológicos,
psicológicos y ambientales (aquéllos relacionados con
el entorno social o la familia). Algunos de ellos pueden
actuar bastante antes de que se presente la depresión, ellos
“preparan el terreno” y se les conoce como factores de riesgo
(o vulnerabilidad). Por ejemplo, el hecho de tener un padre o
una madre que ha sufrido depresión aumentaría el riesgo de
poder verse afectado por la enfermedad. Del mismo modo,
el haber vivido acontecimientos traumáticos o conflictos
graves en la familia durante la primera infancia está asociado
con un mayor riesgo de depresión en la edad adulta.
Otros actúan justo antes de la depresión, la desencadenan y
se les se conoce como factores precipitantes.
Algunos de los factores que pueden favorecer o precipitar la
aparición de una depresión son:
• Factores genéticos: En algunas personas puede haber una predisposición
genética, existiendo antecedentes familiares que aumentan la probabilidad
de padecerla. Las mujeres sufren con mayor frecuencia depresiones que
los hombres.
• Factores biológicos: En nuestro cerebro existen sustancias químicas
denominadas neurotransmisores que pasan señales de una célula a otra. En
la depresión algunos de estos sistemas, particularmente los de Serotonina
y Noradrenalina, parecen no estar funcionando correctamente.
Algunas mujeres la presentan tras el parto por los cambios hormonales
que se producen durante este período. Es la denominada depresión
posparto (para más información sobre este tipo de depresión ver folleto
específico).
• Factores sociales: Determinadas situaciones especialmente complicadas
y difíciles que ocurren en la vida (problemas familiares, laborales, etc.)
pueden favorecer su aparición.
Los estudios demuestran que la depresión y la ansiedad predominan en
las mujeres. Este tipo de trastornos están asociados significativamente
con factores de riesgo social, más prevalentes en mujeres que en varones,
como las carencias socioeconómicas (mujeres tradicionalmente más
empobrecidas por pensiones y salarios más bajos, dedicación a trabajos
no remunerados), la continua responsabilidad del cuidado de terceras
personas o la violencia de género.
• Otros:
- A veces una enfermedad física (cáncer, diabetes, enfermedades
cardiacas, Parkinson, trastornos de la alimentación, trombosis,
Alzheimer…) o la toma de ciertos medicamentos hacen que aparezca. - El consumo de alcohol y drogas también favorecen su aparición.
- Existen algunas personas que presentan síntomas de depresión, de
forma recurrente en las mismas épocas todos los años, especialmente
en zonas con gran diferencia de luz entre verano e invierno.